viernes, 25 de noviembre de 2011

Capilla del Rosario, Matisse

Ya anciano, tras una amistad con la religiosa Jacques-Marie, se le encargó la decoración de la pequeña capilla de Saint-Marie du Rosaire, en Vence (cerca de Cannes), obra que desarrolló entre 1947 y 1951.
El conjunto se concibe como una búsqueda de equilibrio entre los colores y la línea, en una arquitectura enteramente blanqueada con cal, que simboliza la reunión de todos los colores pero recuerda también el hábitat mediterráneo tradicional. El techo azul y blanco del campanario, las vidrieras sobriamente coloreadas, realizadas a partir de aguadas recortadas, son contrapesados por las líneas negras del campanario y de los tres frescos interiores sobre fondo blanco, representando el Camino de cruz, un Virgen al niño y un Santo-Dominica. Las partes presentadas aquí forman parte del programa decorativo de la capilla al cual Matisse consagra exclusivamente su trabajo entre 1948 y 1951. Los dibujos de los frescos realizados sobre cerámica se trazaron muy rápidamente, en algunas horas cada uno, pero después de largas sesiones de estudios e impulsión, "como un rezo que se repite cada vez mejor".
Las vidrieras "que van del suelo hasta el límite máximo y que expresan, en formas vecinas, una idea de follaje siempre así mismo origen que viene de un árbol característico de la región", han requerido tres bocetos sucesivos. Después de una primera prueba en torno al tema de la Jerusalén celestial que Matisse juzga demasiado austera, el segundo boceto multicolor descuida los imperativos de la estructura metálica que sostiene las vidrieras.
En el modelo definitivo, realizado en algunos meses sobre el tema del árbol de vida, los colores se reducen finalmente a un amarillo translúcido, un azul ultramar y un verde botella transparente. La simplicidad buscada, destinada "a dar, con una superficie muy limitada, la idea de inmensidad", responde al sentimiento religioso y suscita "la disminución de espíritu" que Matisse deseaba favorecer en los visitantes de la capilla.
El 25 de julio de 1951 el obispo de Niza bendice la Capilla del Rosario de las Dominicas de Vence, en Francia. El acto reúne a más personas de lo habitual. La razón: en las paredes del templo se pueden apreciar las pinturas en las que Henry Matisse ha trabajado durante cuatro años. Los cuadros reciben elogios por su sencillez y fuerza, aunque, más allá del genio, son resultado de las limitaciones físicas que afectaron al pintor durante sus últimos años de vida. Murió en Niza el 3 de noviembre de 1954.
Tanto los papeles recortados como los trabajos para la capilla los realizó un Matisse ya anciano y enfermo, obligado a trabajar a menudo desde la cama. La intensidad de estas obras últimas no desmerece, sin embargo, de las de juventud, animadas ya por las mismas inquietudes que perfilan una de las trayectorias artísticas más homogéneas y coherentes del siglo XX.
Buena parte de la obra de Matisse en Niza se realiza desde la cama. Pinta con una pértiga desde la habitación de su estudio", ha explicado Antonio Castillo Ojugas, académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina.
Esta situación le impide realizar el trabajo como hubiera deseado y debe adaptar su técnica a su estado de salud. Los problemas intestinales del pintor se iniciaron mucho antes, a finales de la década de 1930; las molestias intestinales, los cólicos y los dolores obligan al pintor a viajar al Sur de Francia. En Niza le diagnostican una enteritis, que se complica.
Henri Matisse afirmó: “esta obra ha supuesto cuatro años de trabajo continuado y es el resultado de toda mi vida activa. Pese a todas sus imperfecciones, la considero mi obra maestra”. Esta realización es su testamento espiritual.







"A menudo el genio de Henry Matisse habla a través de una engañosa simplicidad. Sin embargo, en pocas instancias su minimalismo está más cargado de esfuerzo y significado que en sus pinturas y en sus vitrales para la Capilla del Rosario en este pueblo medieval cercano a Niza", señaló The New York Times en mención del aniversario de la capilla. El artículo cuenta que Matisse completó su trabajo cuando tenía 81 años. "Pese a todas sus imperfecciones, lo considero mi obra maestra", escribió en sus memorias.
Cuando completó el trabajo de la capilla en 1951, tres años antes de su muerte, dijo: "¿Creo en Dios?" preguntó en voz alta en una ocasión. "Sí, creo, cuando estoy trabajando. Cuando soy sumiso y modesto me siento rodeado por alguien que me hace hacer cosas de las que no soy capaz".
La capilla fue bendecida el 25 de junio de 1951, tres años antes de la desaparición del pintor, que en aquella ocasión escribió al obispo de Niza: "Excelencia, le presento con toda humildad la capilla del Rosario de las dominicas de Vence. Le pido que me disculpe por no haber podido presentarle yo mismo este trabajo a causa de mi edad y de mi salud. La obra ha requerido cuatro años de un trabajo exclusivo y asiduo, y es el resultado de toda mi vida activa. La considero, a pesar de todas sus imperfecciones, mi obra maestra. Ojalá el porvenir pueda dar la razón a este juicio mediante un creciente interés, incluso más allá del significado más alto de este monumento. Cuento, Excelencia, con vuestra vasta experiencia de los hombres y con vuestra profunda sabiduría para que juzguéis un esfuerzo que es el resultado de una vida consagrada a la búsqueda de la verdad".
No parece poco para quien cuarenta años antes había afirmado: "Yo sueño un arte equilibrado, puro, tranquilo, sin sujeto inquietante o preocupante, que sea para cualquier trabajador intelectual, para el hombre de negocios o para el literato, por ejemplo, un lenitivo, un calmante cerebral, algo análogo a una buena poltrona donde reposar de sus fatigas físicas", en definitiva, una morada, y Matisse la construyó de verdad.
También destacó que "todo arte digno de ese nombre es religioso. Ya sea que esté hecho de líneas o de colores, si esta creación no es religiosa, no es arte. No es más que un documento, una anécdota".
La capilla presenta una austeridad asombrosa. Se trata de un edificio moderno pequeño en terrenos de una residencia de religiosas dominicas y exhibe tres murales en blanco y negro del pincel de Matisse: El Vía crucis, La Virgen y el Niño y San Dominico, así como tres vitrales semi-abstractos.
Matisse también diseñó el altar de piedra, una cruz de bronce, coloridas vestiduras y la puerta tallada del confesionario en 1951.
El pintor describió a la capilla como producto de "una vida entera de trabajo" aunque le requirió cuatro años de labor.
La obra central de la capilla es El Vía crucis, con las catorce Estaciones de la Cruz pintadas en tres hileras sobre losas de cerámica para formar un solo panel de 3.96 por 1.98 m en la pared posterior de la capilla.
Debido a que cada estación representa un momento crítico de las últimas horas de Jesús, Matisse trabajó separadamente en ellas, por momentos buscando inspiración para sus bosquejos en pinturas de maestros anteriores, entre estos Mantegna y Rubens.
 .....
Fuente: http://www.vozcatolica.org/60/matisse.htm
http://www.aciprensa.com/arte/matisse/capilla.htm

2 comentarios:

  1. Me gustan estas entradss tuyas de Matisse. Como aficionado al arte, lo haces muy bien. Te sigo. Un cordial saludo desde ArteTorreherberos.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, que me lo diga una persona como usted que tiene un magnífico blog de arte me ha hecho mucha ilusión. Yo a usted también le sigo.

    ResponderEliminar